lunes, 18 de noviembre de 2019

La pizarra está llena de información.


Nuestra Inteligencia Emocional.

Una de las materias que más me gustó cuando estudié educación fue Psicología evolutiva. Teorías que hablan sobre la forma en que los seres humanos van cambiando a lo largo de su vida fue punto esencial para mi formación  como docente. 

Nacer, crecer, desarrollarnos, reproducirnos  y morir, también implica cambios, acciones y relaciones que los seres humanos vamos teniendo durante estos procesos.

En un principio se  planteaba, que al nacer, el cerebro de un niño era como una pizarra en blanco, que a medida que fuera creciendo comenzaría acumularse información en él, para dar paso al  conocimiento, pero desde sus inicios se evidenciaban otras teorías que diferían.

Desde hace ya más de cincuenta décadas  se  vienen dando nuevos aportes y nuevas concepciones que sostienen que desde el mismo momento de la fecundación humana, comienza la recopilación de información que se almacenará en el cerebro.

En estos momentos es posible verificar gracias a un ultrasonido la formación y condición física de esa criatura, y no solo eso, comenzará también a desarrollarse cognitivamente.  

Llegará con un cúmulo de sensaciones y emociones que percibió desde el exterior. Mientras estuvo en el vientre materno le llegó información la cual la convertirá en conocimiento y  que demostrará a partir de su alumbramiento.

Recuerdo a mis abuelas diciéndoles a mis tías que los niños de antes, al nacer venían con los ojos cerrados y que no los abrían sino a partir del mes de nacidos. Y reiteraban -miren ahora,  fin de mundo, los niños nacen con los ojos abiertos. ¿A que se debe este cambio?

Los estudios dicen y certifican que gracias a los estímulos la criatura desde el vientre va almacenando información en ese cerebro que y que no es una pizarra en blanco. 

Un ejemplo personal que recuerdo, que me llenó de una emoción indescriptible y que apoya lo dicho anteriormente fue nacimiento de mi primer nieto y el primer encuentro con su tío.

Durante el embarazo de mi nuera, mi hijo menor emocionado porque iba a ser tío,  cada vez que llegaba se acercaba al vientre de su cuñada, le hablaba un rato y le decía que lo iba a querer mucho. Asombrados quedamos con la experiencia que vivimos, cuando ya el niño estaba en casa y su tío lleno de felicidad se acerco para conocerlo. 

Desde la puerta de la habitación él dijo –sobrino, ya llegue para conocerte. El niño abrió los ojos, levantó los brazos y comenzó a moverse de un lado al otro. 

Él lo tomó entre sus brazos y le seguía conversando, con sus ojos abiertos el niño lo veía extasiado, reconocía esa voz, y se sentía complacido. Cuando lo colocó nuevamente en su cuna comenzó a llorar. Lo tomó de nuevo en sus brazos, le siguió hablando y se tranquilizó.

Que experiencia tan maravillosa, estábamos asombrados y felices de la conexión tío-sobrino. Los años han pasado y esa conexión se mantiene más viva que nunca. Mi nieto adora a su tío. Su tío se siente orgulloso de su primer sobrino.

Quedó demostrado que nacemos con información previa en nuestro cerebro, la cual se dio gracias a un estímulo. Eso fue lo que hizo mi hijo, brindo  un estímulo,  que luego el niño la convirtió en conocimiento, lleno de sensaciones y emociones.

Para expresarnos y demostrar una conexión necesitamos solo nacer, pero ese nacer se alimenta de sensaciones que manifestamos a través de las emociones. El camino que hacemos para vivir emocionalmente sanos va a depender de una combinación recíproca. Llegará el momento en que esa combinación aunque se mantenga y sea gratificante, pase a ser más nuestra responsabilidad. 

Por lo tanto debemos aprender mucho sobre ¨nuestro yo y sus emociones¨. Nacimos con una dosis de conocimientos, que los expresamos por medio de una emoción y aprendemos a sentirlas con más intensidad a los largo de nuestra vida

Y es aquí donde se debe reflexionar. Existe suficiente información, se han dejado valiosos aportes para su aplicación, y seguimos dejando de lado o expresando de manera indebida nuestras emociones.  

¿Y a qué se debe este abandono, control o indiferencia?

Nos cuidamos de estar bien presentados, tener un buen trabajo, lograr lo que ambicionamos, en resumen  alcanzar nuestras metas, pero si dejamos de lado nuestras emociones será cuesta arriba alcanzar lo que queremos. 

Y lo que queremos no necesariamente es riqueza, ni un lugar por encima de los demás, lo que queremos es sentirnos felices con lo que somos y con quien lo queremos compartir. Eso se llama inteligencia emocional.

Tenemos capacidades, habilidades, manifestamos nuestros sentimientos, queremos entender, controlar y mejorar nuestras emociones y por qué no contribuir con las ajenas. Queremos buenas relaciones con los demás. Entonces vamos a buscar ese conocimiento  y así consolidarnos dentro de una vida llena de oportunidades para vivir y compartir en armonía

Demostrar inteligencia emocional, es ser capaz de dominar nuestras emociones positivas como negativas; aprender a entender las emociones de los demás; ser auténtico; poder controlar el estrés, la ansiedad, los estados de ánimo; aprender a tener buen humor; frustrarse menos; relacionarse mejor con los demás;  valorarse  y respetarse;  aprender y potenciar la capacidad que se tiene para ser feliz.

Mientras estemos vivos, la psicología evolutiva será parte de nosotros,  ella no nos privará de tener una buena inteligencia emocional, ese es nuestro trabajo y  nuestra responsabilidad. 

Actualmente contamos con profesionales capacitados y actualizados, asesores, grupos de crecimiento personal, seminarios, simposios, talleres, encuentros, material bibliográfico, libros de auto ayuda, películas, series televisivas, que nos brindan herramientas para desarrollar nuestras capacidades y ser hábiles en el manejo de nuestras emociones.  

La mesa está servida, podemos comenzar a deleitarnos con cada uno de los platos que nos ofrecen, somos libres para elegir, no existe ninguna privativa, la única condición es darnos el permiso de disfrutar una vida llena de libertad emocional. 

Se seguirán presentando situaciones que tenemos que enfrentar, ellas son necesarias para entender muchas cosas en esta vida. Sí tenemos dominio de nuestras emociones, estaremos transitando por los caminos de la Inteligencia Emocional.

Los invito a darse ese permiso. Nunca es tarde cuando la dicha llega. Recuerden el conocimiento es poder y esta en tus manos. Aprendamos a educar nuestras emociones y ser más asertivos en la vida. 






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